17 diciembre, 2011

EL LIBRO DE LA VIDA

Desconozco la identidad de aquel que una tarde de invierno y café doble sintió la necesidad de escribir en mitad de un humo constante de cigarrillos de liar que envolvía el ambiente y hasta las ideas. Desconozco qué le llevó a escribir semejante obra, pero la verdad es que fuera lo que fuese lo que le animó se convirtió en la novela de cabecera de todos los humanos y de todos los tiempos.

Ninguno hemos ido a una gran superficie a adquirirlo ni siquiera hemos acudido a la mejor librería del casco antiguo de nuestra ciudad y con mayor prestigio. Nada de eso ha hecho falta para tener este prestigioso libro. Nacemos con los capítulos aprendidos de manera innata y nunca se nos olvidan aunque pasen los años por nosotros. Y es que todos nacemos, crecemos y, en definitiva, vivimos siguiendo al pie de la letra cada uno de sus párrafos, cada una de sus frases e ideas fundamentales, y la mayoría de las veces lo hacemos sin darnos cuenta.

Seguramente sí nos paramos por un momento a pensar en la existencia de este libro, nos demos cuenta de que todos tenemos el mismo esquema de vida y necesidades intrínseco y, lamentablemente, esto no ha sido competencia de nuestro maestro de infantil o primaria. Tanta fuerza tienen los escritos de este anónimo genio que la vida ha sido diseñada acorde a ellos y da la sensación de que desde el primer minuto de vida de un recién nacido su vida ya está planificada: tendrá su primera varicela al llegar a la guardería, en primaria aprenderá a sumar, restar, multiplicar y dividir para en secundaria comenzar a precocinar lo que será de él después del instituto, estudiará una carrera o se preparará una oposición pero con el mismo fin, conseguir el trabajo de sus sueños y, seguidamente, comenzará a ahorrar durante un año para comprarse un coche y después se independizará. Llegado este momento, sentirá la necesidad de compartir su vida con otra persona y dar vida a otro ser que siga este esquema, punto por punto, coma por coma.

No hay duda, este best seller nos acompaña desde que nacemos, no hay opción de no leerlo, lo traemos ya aprendido, pero donde sí que podemos decidir es sí seguirlo al pie de la letra o escribir uno nuevo.



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