30 diciembre, 2011

PROPÓSITOS

Los 30 de diciembre todos están muy ocupados, unos haciéndose propósitos de año nuevo, otros ultimando el menú de mañana y, también, están aquellos que deciden pasarlo comprando regalos de navidad para la familia. Los primeros, por desgracia, suelen ser aquellos para los que el año que finaliza no ha sido del todo bueno ni como esperaban y dedican los últimos días del año para hacer balance, enmendar errores y hacer una lista con nuevos propósitos.

Están los que se proponen apuntarse al gimnasio, los que deciden que es el momento de estudiar un segundo idioma o los que se animan a cambiar el coche. Pero en realidad, estos nuevos objetivos no se deciden minutos antes de que la bola del reloj de la Puerta del Sol comience a dar los cuartos ni el día 30 de diciembre por la tarde, no al menos aquellos propósitos que supongan un cambio en nuestra vida, por pequeño que sea.
Los verdaderos propósitos son aquellos que aparecen en mayo, junio o septiembre y comienzas a llevarlos al cabo al día siguiente. Nadie espera a fin de año a pensar qué cambiará, qué dejará o qué mejorará después de comerse las doce uvas de la suerte. Cada error que cometiste en el 2011 lo corregiste el mismo día que supiste que era un error, y lo mismo paso cuando decidiste hacer dieta, quedarte sin vacaciones para sacarte un dinerillo o recuperar viejas amistades. Las cosas importantes no esperan y menos a fin de año cuando todos estamos más preocupados del vestido del día siguiente que de aquello que pasó a mitad de año y prometiste cambiar. 

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