Justo cuando
llega el final, justo cuando estás a punto de conseguir aquello con lo que
soñabas con 12 años, justo cuando estás a punto de tocar con la punta de los
dedos esa puerta que te adentrará en otra realidad, justo cuando comienzan a
aparecer los subtítulos de la película que durante unos años formó tu día a día
y los agradecimientos a quienes la hicieron posible, justo en el momento en el
que el acomodador comienza a encender las luces… Justo en ese momento, aparecen
los inoportunos miedos que te ponen en apuros y te llevan a refugiarte en el
escondite donde cuando eras pequeño creías estar a salvo. Cuando el aliento del
miedo te susurra al oído y un escalofrío recorre tu espalda, te das cuenta de que
no eres tan adulto como pensabas y que sigue muy anclado en ti el síndrome de
Peter Pan, y en ese momento solo eres capaz de cerrar los ojos bien fuerte y
desear volver atrás…
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