18 junio, 2013

CIEN PALABRAS, UNA ACCIÓN



Son nuestros hechos, actos, acciones y omisiones aquellos que nos delatan como personas. Podremos convencer con una prosa digna de la mejor época de Grecia, con promesas de película o delatarnos con miradas confesoras. Y cuando eso ocurra, cuando en un momento de relax en el que nos hayamos quitado el traje para sobrevivir en la ardua tarea del día a día y como si en un baño relajante estuviéramos, olvidando que estamos desnudos, desarmados y sin escapatoria nos dejamos llevar, sacamos nuestro yo más profundo y a modo de kamikazes empedernidos confesamos y mostramos nuestros pensamientos y sentimientos más ocultos. 

Habrán sido tan solo unos instantes, con suerte, unos breves segundos pero lo cierto es que ya no podremos volver atrás. Los oídos y ojos del público habrán sido testigos de las declaraciones más insospechadas, por lo que la memoria, en su inteligente labor, ya habrá almacenado dicha información en sus mentes. Podremos enfundarnos de nuevo nuestra armadura y negar lo ocurrido o ser consecuente y honrado con cabeza y corazón, abandonar definitivamente el armazón y vivir con el único deber de rendirle cuentas a nuestros yos más preciados, cabeza y corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario