Los acordes de Mecano ya suenan al fondo de la habitación, ya he escuchado a Ana Torroja decir "Cinco minutos más para la cuenta atrás, hacemos el balance de lo bueno y malo", y ese sentimiento que se repite como cada año la tarde del 31 de diciembre, ya me ha invadido. Inevitablemente y, apesar de que en esta ocasión me había propuesto no hacerlo, aquí estoy, dedicándole unas líneas a este año que ya se nos va. Por el simple hecho de haber venido, brindo por él, ¡brindo por el 2015!
Hace un año, despedía el año proponiéndome una lista de no-propósitos de año nuevo porque siempre he considerado que las etapas no comienzan con una fecha específica en el calendario, no es un cumpleaños ni un Año Nuevo aquello que activa la tecla exacta y te hace cambiar o te propone alcanzar ese algo. Y hoy, un año más tarde, me alegro de no haber enumerado esa lista de propósitos de Año Nuevo porque, como bien predecía, se hubiera convertido en una lista de propósitos por cumplir.
Esta vez me siento a escribir con la sensación de que este 2015 ha pasado demasiado deprisa. Seguramente ese sentimiento sea consecuencia de hacerse mayor, pero lo cierto es que me da pena despedir un año que me ha enseñado tanto. No voy a decir que este haya sido un año benévolo ni tampoco un año cruel, sí algo ha sido el 2015 conmigo ha sido justo.
Porque me demostró que el esfuerzo tiene su recompensa en todas sus facetas, que nadie regala nada sino que hay que quererlo y perseguirlo y para ello, corrí. Corrí más que nunca tras mis sueños, ya fueran oportunidades laborales, metas deportivas o corazonadas improbables. Y por el camino me encontré con imprevistos, conocí lugares y personas que aparecieron por sorpresa, me reencontré conmigo misma y con aquellos que un día dejé atrás, pero sobretodo, disfruté de las vistas a cada paso.
Y por ello, brindo.
Brindo por tí, 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario