Hay personas que comienzan relaciones con la misma facilidad con que deciden terminarlas, y esta capacidad puede pasar factura antes de lo que uno cree. Y es que empezar una relación puede parecer un simple paso hacia adelante pero hay personas que tardan una vida en darlo, y no son criticables por ello, es más, se merecen toda mi admiración.
Este pequeño paso, para unos, y precipicio, para otros, solamente debería de producirse cuando se está preparado y dispuesto a cambiar un ‘yo’ por ‘nosotros’ o cuando los alocados planes de fin de semana dejan paso a largos paseos de la mano que culminan con una cena con un alto nivel de romanticismo encima de la mesa. Porque o he visto pocas relaciones de parejas o todas exigen, siendo benévola, un grado medio-alto de preocupación y dedicación a la otra persona a cambio de una restricción del ego y la libertad personal.
Y la verdad es que no todos estamos preparados para ese cambio, muchas personas viven imaginando ese momento y otros, por el contrario, cuanto más cerca lo tienen más miedo almacenan en sus entrañas, la simple palabra 'compromiso' les asusta y prefieren vivir la vida sin la necesidad de ponerle etiqueta a todo aquello que hacen, sobre todo lo referido a este tema.
Por eso, hay que ser muy consecuente con algunos actos, porque pasos de este tipo llevan consigo grandes consecuencias que muchas veces no vemos por ir escritas en la letra pequeña. Al igual que un gran número se moriría por iniciar ahora mismo una relación de pareja, existe una gran cantidad que no se lo plantea por el simple hecho de que el mismo término trae consigo letra grande y letra pequeña.
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