Los semáforos cambian de color, los telones se bajan y las películas se terminan, y cuando eso ocurre, cuando el semáforo cambia a rojo justo cuando ibas a cruzar tienes que esperar de nuevo a ver los leds encendidos que iluminarán al muñeco verde, los telones se bajan tras cuatro meses mostrando al público esa gran obra que los levantó de sus butacas para estallar en aplausos a quienes les emocionaron, y lo mismo ocurre cuando alcanzamos las palabras que indican el final de esa película que durante 120 minutos nos mantuvo en vilo imaginando o suponiendo quién era el asesino.
Así es como sucede con las etapas de nuestra vida, esperamos con anhelo a que comiencen, deseamos que nunca terminen y cuando lo hacen nos entristecemos al pensar que no habrá ninguna como la que se cerró. Pero lo cierto es que, aunque no aparezca un ‘continuará’ en los subtítulos finales sabemos que vendrán más, no iguales ni similares, sino más bien distintas y opuestas, pero precisamente eso es lo que las hace especiales a unas de otras. Así que, solo tendremos que estar dispuestos y puntuales a que llegue la siguiente a modo de tren en hora punta a la estación para no perderlo.
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