16 noviembre, 2011

DESPISTES

Nos empeñamos en ocultar nuestro talón de Aquiles porque tenemos la certeza de que algún día será apuntado desde cualquier piso franco, pero la verdad es muy distante de esta negativa. Al igual que lunares todos tenemos debilidades y puntos cardinales que cuando bajamos la guardia dejan al descubierto nuestro secreto, hasta entonces, mejor guardado. Puede que el fallo fuera no tirar la llave al mar pero ya no hay marcha atrás, y es entonces, cuando recuerdas que olvidaste deshacerte de la única prueba que descubría que eras real, cuando empiezas a vivir.

Porque podemos tirarnos años corriendo hacía una dirección creyendo que es la escogida y que ella es la que queremos pero de repente, en mitad de la autopista un gran cartelón azul indica un destino, destino que se encuentra en la dirección opuesta a la que tú habías elegido. Quizá te equivocaste de desvío, quizá el gps no estaba actualizado y te dirigió a la dirección más parecida o quizá fallo tu sentido de la orientación.  Te planteas seguir aún a sabiendas que no es la dirección escogida, te planteas cambiar el sentido de la marcha y poner rumbo de una vez por todas al verdadero destino y, en el mejor de los casos, entras en la primera estación de servicio y no sales de ella hasta que no tienes realmente seguro sí quieres la Costa del Sol o las Rías Baixas.
Admitir que fallaste siempre nos dijeron que era de sabios, por eso que olvidaras actualizar el gps, pasarte el desvío que te llevaba a tú destino u olvidar tirar la llave del cofre más preciado al mar son los pequeños despistes que nos convierten en humanos. 

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