Porque podemos tirarnos años
corriendo hacía una dirección creyendo que es la escogida y que ella es la que
queremos pero de repente, en mitad de la autopista un gran cartelón azul indica
un destino, destino que se encuentra en la dirección opuesta a la que tú habías
elegido. Quizá te equivocaste de desvío, quizá el gps no estaba actualizado y
te dirigió a la dirección más parecida o quizá fallo tu sentido de la
orientación. Te planteas seguir aún a
sabiendas que no es la dirección escogida, te planteas cambiar el sentido de la
marcha y poner rumbo de una vez por todas al verdadero destino y, en el mejor
de los casos, entras en la primera estación de servicio y no sales de ella
hasta que no tienes realmente seguro sí quieres la Costa del Sol o las Rías
Baixas.
Admitir que fallaste siempre nos
dijeron que era de sabios, por eso que olvidaras actualizar el gps, pasarte el
desvío que te llevaba a tú destino u olvidar tirar la llave del cofre más
preciado al mar son los pequeños despistes que nos convierten en humanos.
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