24 febrero, 2012

DIAMANTES

Somos seres pasionales, racionales a la par que cambiantes. Tenemos tantas caras como posee un diamante y eso es lo que nos diferencia del resto de la especie. Muchas veces pensamos, ponemos sobre una balanza imaginaria aquello que deseamos y, finalmente, actuamos, en cambio y desgraciadamente en multitud de ocasiones actuamos previo pensamiento, nuestros músculos ganan en el sprint final al cerebro y nuestros actos nos delatan.

Pero también somos cambiantes, contradictorios y difíciles. Somos ese género capaz de levantarse con una sonrisa pero un café extremadamente caliente, un atasco o una discusión en el trabajo son simples hechos que nos cambian el día, el humor y la sonrisa en un ceño fruncido. Somos expertos en afirmar con total rotundidad que no nos volveremos a enamorar pero todo ese tiempo firmes en nuestros pensamientos se viene abajo con una simple mirada.

Es entonces cuando nos encontramos a nosotros mismos en una encrucijada, ¿quiénes somos? Nos planteamos sí éramos nosotros los mismos que afirmaban y reafirmaban que no volvería a haber nadie más pero de la noche a la mañana te sorprendes compartiendo armario o sí quizá alguien se coló en nuestro cuerpo e hizo todas aquellas locuras. Aunque después de un tiempo no te reconozcas, eras aquel y el que hoy mismo está sentado sonriendo recordando todo aquello. Porque efectivamente, somos ese diamante en bruto que a veces se sorprende de lo que es capaz de hacer porque cuando sucede cada cara se pule aún más y le otorga un brillo especial. 

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