07 enero, 2013

EL DÍA DE REYES


El día de Reyes es uno de esos días marcados en rojo en el calendario. Era uno de los días, si no el que más especial de los trescientos sesenta y cinco días del año cuando éramos pequeños. Hay muchos que con el paso de los años pierden la ilusión por ese día y otros que lo siguen señalando en un círculo rojo en el calendario. Pertenezcamos al grupo que pertenezcamos lo que es cierto es que es el último día del período navideño en el que, después de haber abierto todos los regalos, casi sin querer, solemos hacer balance.

Cuando éramos pequeños, el 6 de enero nos acostábamos felices porque aunque ese año nos hubiésemos portado “regular”, como solía suceder, habíamos tenido debajo del árbol ese regalo que tanto tiempo llevábamos deseando y nos prometíamos a nosotros mismos que ese año que terminaba de comenzar seríamos mejores que el anterior. Y esa costumbre se sigue manteniendo año tras año. Anoche, después de abrir todos los regalos, lo volví a hacer, volví a hacer balance del último año y me di cuenta de cómo puede cambiar la vida, las personas, las situaciones y nosotros mismos en trescientos sesenta y cinco días.
Al remontarte a 6 de enero anteriores observas que no solo han cambiado los regalos, no solo hemos pasado de recibir juguetes a regalos-necesarios sino que antes nos prometíamos a nosotros mismos portarnos mejor, sacar mejores notas ese año y ahora nos prometemos no repetir errores del pasado y sonreír con un “todo está bien” cuando en verdad no hay ni un todo ni está bien. Supongo que, en parte, esas promesas que nos hacemos son regalos personales para seguir adelante que simplemente han ido cambiando con el paso de los años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario