Sí algo detesto de los grandes
avances tecnológicos, científicos y médicos es lo tremendamente vulnerables,
dependientes y solitarios que nos han vuelto. Nos hemos acostumbrado a la
exactitud de su trabajo y a lo perfectas que han convertido nuestras vidas.
Ahora, salvo aquel que aún no controla los tiempos, desayunamos mientras
regalamos a nuestros paladares auténticos momentos de placer, la taza de café
está en su punto exacto y la tostada horneada justo como nos gusta. Nos
acostamos después de sintonizar la aplicación móvil que ocho horas más tarde
nos hará un exhaustivo control de las fases de nuestro sueño. Y las semanas de
rehabilitación completarán un perfecto postoperatorio antes de lo previsto.
Ahora, en pleno siglo XXI
controlamos los tiempos gracias a las herramientas que tenemos a nuestro
alcance. Herramientas que han sido diseñadas para hacernos la vida más fácil
pero que conllevan, también, ciertas contradicciones que prácticamente nadie
conoce por no haberse leído las instrucciones. Pero habrá un día en el que un
giro inesperado o un revés pondrán patas arriba nuestra vida, nos sorprenderán dejándonos
indefensos y sin saber qué hacer. Casi sin darnos cuenta nos hemos acostumbrado
a lo fácil, nos hemos dejado llevar por la perfección y nos hemos vuelto unos
auténticos maniáticos del orden.
Sin embargo, cuando algo que no
teníamos previsto sucede, se planta delante de nuestras narices y vuela por los
aires nuestros planes es cuando paramos en seco sin saber qué hacer. Nos hemos
mal-acostumbrado a tenerlo exactamente todo bajo control y hemos olvidado dejarle tiempo a la improvisación. Hay hechos,
personas y noticias que aparecen y desaparecen sin avisar pero simplemente su
aparición o desaparición supondrán una
menor o mayor consecuencia en nosotros. Precisamente esa consecuencia, ese
estado en el que nos quedamos después de que ese algo aparezca o desaparezca de
nuestro camino es lo que nos inquieta y confunde, ya que, ni los avances
tecnológicos ni los científicos ni siquiera los médicos nos darán la clave para
seguir nuestro camino.
Al principio nos perturbará y confundirá
el hecho de no tener las cosas bajo control pero cuando comprendamos que
cada uno tiene sus propios métodos y necesita su propio tiempo para continuar y adaptarse a la nueva situación será
cuando realmente podamos seguir adelante. Y estos “imprevistos” podrán sorprendernos
en cualquier momento o en cualquier mañana en la que se nos quemen las tostadas
y el tostador nos recuerde que no somos tan perfectos ni tenemos todo bajo
control ni mucho menos controlamos los tiempos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario