Hace algunos años el salir a
correr era cosa de unos pocos pero desde hace un tiempo para acá ya nadie se
sorprende cuando alguien pasa por su lado trotando. Los corredores se han
multiplicado y han salido de las pistas de atletismo para adueñarse de las
aceras, y ya no van solos, sino que cada vez es más habitual ver a un grupo de runners juntos, disfrutando y sufriendo
a partes iguales.
Cuando hablábamos de footing, era inevitable dibujar en
nuestra mente al corredor de fondo, tan solo acompañado por el sonido de las
suelas rozando en el asfalto y su sombra dibujada a los pies de las farolas.
Así es como comencé en el mundo runner, conociendo de cerca la soledad del
corredor pero también, conociéndome más a mí misma, conociendo mis límites
deportivos y mis miedos personales, y fijándome retos que superarán ambos. El
salir a correr día tras día con la única compañía de tu música supone una gran
dosis de voluntad pero en mi caso, he de confesar, que corriendo he encontrado el
mejor momento para estar conmigo misma, sola y dedicándome unos momentos tan solo a mí. Correr solo incrementa tu concentración, te hace más fuerte mentalmente y te ayuda a evadirte y encontrar soluciones a aquello que llevabas varias noches dándole vueltas.
Sin embargo, desde hace un mes pertenezco a la familia “Correcaminos Carbajosa”, un equipo que cada día crece más y más. Los motivos que me han llevado hasta aquí son varios y variados, y en este mes ya he podido comprobar las notables diferencias entre correr solo o hacerlo acompañado. Por ejemplo, nunca antes había salido a correr con nadie, por lo que en mi mente no entraba la idea de entrenar y hablar a la vez, y lo cierto es que me ha costado pero poco a poco lo voy consiguiendo. Ahora sé que es necesario obligarte a hablar, siempre y cuando el ritmo lo permita, claro, porque de este modo aumentas tu capacidad respiratoria y porque así alcanzas los 10k casi sin darte cuenta. Otra de las cosas que he aprendido de quedar con más gente para entrenar, es que te obligas a seguir un plan de entrenamiento semanal constante, sin saltarte ni un solo día aunque el tiempo invite a quedarse en casa porque aunque las adversidades climatológicas no acompañen, en compañía se llevan mejor.
Podría seguir enumerando las
diferencias que he encontrado entre correr solo y hacerlo acompañado pero mi
objetivo no es decantarme por una u otra opción, porque para mí, ambas tienen sus ventajas y juntas forman
el tándem perfecto. Por ello, intento combinar tiradas solitarias en las que
hacer balance del día o la semana y tiradas con el equipo para ir introduciendo
nuevas técnicas, probando nuevos entrenamientos y, en definitiva, mejorando
tiempos y sensaciones.

No hay comentarios:
Publicar un comentario